Cosmovisión Wayuu
LA ORALIDAD EN LA CULTURA WAYUU
LA ORALIDAD INDIVIDUAL Y COLECTIVA, MECANISMO DE TRANSMISIÓN DE CONOCIMINETO.
La oralidad está íntimamente unida a la declamación y a la solemnidad de la palabra, al discurso, a la exposición. Existe un estrecho sincronismo entre el gesto y la palabra, la postura del cuerpo y la energía del sentimiento, la vehemencia del narrador ya la actitud pasiva del oyente, la rica argumentación persuasiva ante la aprehensiva de los no motivados, el halago del verbo ante la indiferencia de los escépticos, entre un mensaje que se da y una decisión que toman los demás. Todos los matices juegan un papel en el mecanismo de la transmisión oral, por eso un putchipu´u o palabrero wayuu tiene que ser categórico o de gran calidad, sus argumentaciones o decisiones son respetadas y aceptadas porque viene acompañadas por la fuerza de la palabra y el poder de convencimiento.
Los argumentos de un putchipu´u
o putchimaajachi son fríamente
calculados, razonados y expuestos sin titubeos a quien va dirigido el mensaje.
En este aspecto, la responsabilidad es tan grande que pone en juego el
renombre, la seriedad y la aceptación del que funge de acusador y defensor de
cualquier situación que ocurra entre familias, clanes o rivalidades.
Para los efectos de las indemnizaciones, es digno recoger datos
relativos o compromisos en serios como
la explicación de la justicia en caso voluntaria muerte u homicidio de una
persona, ya sea accidental o premeditada, por parte del victimario. La
violación, seducción, amenazas, ofensas a la dignidad etc., son agravantes de
peso donde la violencia es atizada por una venganza ciega inmediata si no se
toman las precauciones del caso.
Hay indemnización sobre daños ocasionados a la dignidad y el honor, que
pueden disponer poner al agraviado hasta el punto de sentirse vejado, humillado
y destrozado en su honor propio, si no procede con mesura, clama y persuasión
frente a la opinión del grupo.
El código wayuu es estricto en
el cumplimiento de la palabra dada. Los acuerdos tácticos se respetan. El
expositor, si bien no lleva ningún legado escrito, debe tener el dominio de la
palabra y la confianza en sí mismo, aplomo, porque lo interlocutores u oyentes
que lo escuchan serán los que aprobarán o desaprobarán cada término, cada
periodo del discurso cada razón esgrimida y cada lección convincente.
De allí la oralidad del putchipu’u
como persona conocedora de la cultura, sus costumbres, sus mecanismos, y
expositivos sea uno de los depositarios de la sabiduría wayuu
La estrategia del putchipu’u es
muy singular: la entrada es solemne y con buen humor a flor de labios. Completo
relajamiento de las facciones del rostro. Chispa ingeniosa que enfríe el ánimo
tenso de los oyentes y parientes a quien se le lleva la palabra. Asistencia de muchas personas de cualquier
nivel social con el doble propósito de aprender los argumentos de un
putchipu’u, y escuchar las razones de su exposición en forma imparcial como
acusador o defensor.
Como agente portador de un mensaje, un buen palabrero debe reunir las
siguientes condiciones: a) Su prestigio de renombre y capacidad de
convencimiento los ofendidos elegirán a la persona de mayor autoridad; b)
Tendrá que ser neutral entre ambas familias; c) Prudente, para no decir los
malo que le han dicho si no comunicar siempre lo bueno y la verdad, d)
Sabiduría, tener experiencia y amplios conocimientos de cómo debe manejar una
misión tan delicada; e) Que nada de lo que argumento se coja por lo malo y
hacer valer la importancia que tiene la paz grupal; f) Habilidad en el manejo
del lenguaje, de las historias y hechos similares que hayan ocurrido; g)
Paciencia, asistido por toda la calma posible y evitar alteraciones, tener
tranquilidad y no sentir temor de ser atacado. Su capacidad deber ser tal que
consiga poner de acuerdo a ambas partes, tiene que ser siempre positivo y
siempre amistoso.
En nuestra experiencia hemos
escuchado razonamientos como éste: «Amigo mío: he venido para que
escuches mi palabra como portavoz de sus dolientes. Ellos no solo están tristes
y llorosos por la pérdida de uno de los miembros de su familia si no por el
vacío que deja a sus hijos, su mujer, su parentela y sus amigos. Tiempos hubo
en que él (muerto) transitaba los caminos libremente, buscando como el pájaro
el sustento a sus polluelos. Cuántas madrugadas despertó para contar sus cuitas
y sus afanes después de una noche intensa de sueños y de transitar por mundos
raros hasta las salidas del sol, para iniciar las faenas del día una y otra
vez, luna tras luna, años tras años (juyá)
para llegar a ser fuerte en el trabajo».
Credito: Ale´eya, Libro Tomo 1.
Fondo Editorial Wayuu Araurayuu.
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